Mi compañera estaba trabajando de stuardess en un velero de 27 metros de eslora, la Luchya. La marinera de a bordo se hizo daño a una muñeca, así que de repente el lujuoso velero, fondeado por Ibiza, en plena temporada necesitaba un tripulante. “Mi compañero es marinero, le llamo y le digo que venga!” Así fué como me volví un yachtie, aún que solo por dos semanas, y viví mi primera experiencia de marinero “profesional (¿?¡!)” (obviamente cobrando en negro) codo a codo con los armadores y su entorno de milionarios. Vaya paripé! No pintaba nada a bordo de un velero así… Pero bueno, ha sido interesante, he ayudado el capitán a izar un espi de 300m2 con un tangón de 10m, hemos fondeado en muchas calas bonitas de Baleares, y aprendí a hacer unos cuantos nudos y a conducir un dinghy.
Singladura del viaje: yo que sé, eso no cuenta… un barco de 7 metros de manga para mi es como ir en ferry!