desde el Atlántico hasta al Golfo del Leone (último capítulo)

El 3 de septiembre zarpamos del Club Nautic Garraf, a las 4 y media de la madrugada: quería llegar a S. Feliu de Guixols con luz, y no sabía con que viento podría contar, ya que el parte daba un gradiente barométrico mínimo, por las costas catalanas. Sin embargo por el día se formó una baja térmica sobre la península, que nos ofreció una briza suficiente para navegar a vela toda la tarde… íbamos tan bien que decidimos seguir hasta Palamós, dónde llegamos sobre las 19. Habíamos cubierto 68 millas en un día esplendido y con mar apenas rizada, lo ideal para mi nueva grumete Oana, a su primera experiencia en un barco. La marina de Palamós pedía, por nuestra eslora, 54 eurakos por noche de estancia, mientras el Club Nautic Costa Brava, justo al lado, se conformaba con menos de 25. Os dejo adivinar adónde fuimos…
Al día siguiente cruzamos el golfo de Rosas y doblamos Cap de Creu y Cap Bear por mar muy tranquila y con brizas sutiles, para llegar al anochecer en la cala de Collioure. No quedando boyas libres, tuvimos que fondear.


El tercer día de navegación fue tan ameno como los anteriores, lo que comprobó la eficacia del dibujo propiciatorio de los 15 nudos por la aleta! Lástima no haberlo hecho antes… Al anochecer entramos en el puerto de Sète. La mañana del 5 septiembre pasamos los puentes y entramos en el Étang de Thau… el tiempo se había gastado y parecía noviembre, pero la misión ya era cumplida: la Sylphide había dejado el mar, tras una estela de 1714 millas en 3 meses, y surcaba el estanco a vela para llegar a les Onglous, o sea la desembocadura del Canal du Midi (que cruza la Francia entera conectando el Mediterraneo con el Atlántico), para descansar todo el invierno en un lugar seguro y barato, cuidada por el Capitán Mauro. Siendo ese Capitán un gran maestro de la vela, no estaba en la base de Glénans, sino dando clase de crucero por Baleares, y no volvería hasta al dia 10. De todas formas la espera no fué aburrida, ya que pudímos gozar de la compañía del capitán Fred, del viejo lobo de mar Yanik, y de toda la familia pirata de los Marseillaneses! Hasta me concedí una escapada a los astilleros de La Ciotat para encontrarme con el Capitán Rocky, en su últimos días de embarco en La Cattiva, al fin de plantear nuevos proyectos marineros y nuevas aventuras de largo corso…

(Singladura del viaje: 174 mn)

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