Conocí a Robertito a finales de los ’90… entonces organizábamos conciertos en las okupas, entre Suiza e Italianistan, pasandola muy bien. Con los años nos perdimos de vista, hasta que un día nos volvimos a encontrar, y renaudamos la antigua afinidad. Al día de hoy el también ha dejado en su estela los conciertos hardcoretas en las okupas, y aún que su horizonte diario sea el lago de Genève, está fascinado por la navegación y los viajes por mar. Sin embargo, como yo hasta a hace 4 años, el también es más bién victima de un encanto puramente abstracto, ya que nunca tuvo la posibilidad de poner en practica ese imaginario piratesco en el que los viajes por mar se juntan a un ideal de vida libertaria y autosuficiente. En otros terminos, nunca se subió a un velero.
Sin embargo la vida te da sorpresas, y de repente se le presentó la ocasión de zambullirse en el mundo de la náutica: ¡le regalaron un Nonsuch 324, amarrado en Torredembarra (Tarragona)! Así el 28 de mayo nos encontramos al pantalán, para ver esta extraordinaria “herencia” (para hacer corta una historia compleja, podemos decir que aquí en el Mediterraneo no hay casi nadie interesado en un barco “cat rigged”, así cuando se murió el dueño del Cavale, no encontrando nadie que quisiera comprarlo, su familia quiso quitarselo de encima regalandolo.
¡Y es un señor barco! ¡Muy espacioso, sólido e incluso algo lujuoso para su eslora! (¡tiene hasta manguerotes de ventilación de inox!) Necesita algunos trabajos de mantanimiento (sobretodo para solucionar las infiltraciones a nivel de la fogonatura), pero es un velero muy prometedor… El Cavale será para Robi lo que la Sylphide fué para mi.
¡Y a parte me muero por la curiosidad de descubrir que tal se navega con un aparejo al estilo wind surf!
Lamentablemente este verano lo tendré que dedicar a L’Alliance, y en septiembre ya tengo reservado uno stage Glénans en Bretaña… ¡Pero antes o después encontraremos el tiempo para salir con el Cavale y su nuevo armador!