iacta alea est

Hace probablemente más de 10 años que yo y Rocky soñamos con comprarnos, algún día, un velero juntos, para navegar libremente por el mundo. Hace unos 7 años -o sea mucho antes de que yo supiera ni siquiera lo que es un as de guía- estuvimos planteandonos de comprar el velero que el padre de su novia tenía a la venta, aunque al final ese plan no resultó. Ahora, sin embargo, después de que yo entrara un poco en el mundo de la náutica, después de que me regalaran la Sylphyde, después de pasarme un año y medio arreglandola para luego hacer casi 1800 millas con ella, después de varios stages Glénans y tras haber aprovechado cada ocasión para nevegar, después de haberme sacado el PER y el Patron de Yate, después de haber leído todos los libros de Bernard Moitessier, Marcel Bardiaux, Alain Gerbault, Louis Bernicot, etc… En fin, ya los tiempos eran maduros para concretar este sueño, sobretodo porqué mi capitán acababa de currar un año y medio en un ketch de 40m y tenía ahorrado bastante como para decir: ahora o nunca…

Sin embargo la búsqueda del barco ideal es un trabajo largo, y en muchos meses estuvimos mirando cantidad de veleros: cada uno hubiera conllevado una historia diferente… unos estában bien de precio, otros estában en el lugar ideal, pero ninguno cumplía con nuestra exigencia: pretendíamos por 40.000 € un velero de eslora suficiente para poder vivir 2 parejas, con casco de metal, y además con una bonita línea, bien equipado, y muy marino. En otras palabras, buscábamos por 40.000 € un velero de 120.000.


Hasta que un día Amélie y Pierre (nuestros amigos del Kirn) nos enviaron un link a un anuncio: un prototipo en acero, de 45 piés, aparejado en ketch. A la venta por 70.000€. Fuimos a verlo, y nos enamoramos. Aunque era evidente que en las sentinas el casco estaba muy oxidado, era nuestro barco, y lo supimos desde el principio. Volvimos a verlo con nuestro amigo J.VolvoPenta, porque el motor no arrancaba (y tampoco quiso arrancar en esta segunda ocasión). Pero el amor es ciego: en cuanto logramos convencer al dueño de que nos lo vendiera por 40.000, el barco fué nuestro.

Así empezó una nueva etapa de mi vida, probablemente la más ambiciosa: invirtiendo todos mis ahorros en un barco que será mi única casa en los proximos años de viajes alrededor del mundo. Y siendo esto un proyecto colectivo -que ve envolucradas 2 parejas- y sobretodo un proyecto de vida a largo plazo (antes de poder zarpar tendremos que haber reformado el barco y juntado nuevos ahorros…) decidimos dedicarle una página web: www.alliancesail.org

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