Estos son los deberes de Ettore, el hijo de mi primo. La semana pasada vinieron de vacaciones en Barna y quisieron ver L’Alliance.
Aunque no hayamos podido largar amarras, Ettore quedó muy impresionado por el velero, definiéndolo con un adjetivo bastante insólito para un niño de 7 anos: “sbalorditivo” (asombroso).
En repetidas ocasiones, expresó su voluntad de acompañarnos en un viaje, y, de vuelta en Italia, llegó a manifestar su fascinación por el barco hasta en los deberes del cole…
Este anécdota me hizo acordar de que yo también fui fascinado por los veleros desde mi niñez, a pesar de haber crecido bien lejos del mar…
Con 10 u 11 años, en fin, logré que mis padres me colaran en el barco de una amiga de familia, para una semanita de “charter”: esta experiencia fue muy importante para mi, y a pesar de unas condiciones meteorológicas poco placenteras, recuerdo haber disfrutado mucho, y haber madurado la voluntad de tener, algún día, mi propio barco. De casualidad, hace poco encontré una foto de ese viaje: sería el 1989… es graciosa porque, como pasaba con las máquinas baratas, hacia al final del carrete, se solapaban 2 fotos en el mismo negativo.