Zero es un magnifico velero de exploración, 18m de eslora, una línea tan deportiva que parece un IMOCA, pero al mismo tiempo una sólida construcción, casi todo de aluminio (menos unas partes de la superestructura que son en sandwich polyester). Fue diseñado por el suizo Peter Gallinelli para dos armadores franceses, que se gastaron todo en este dream ship para navegar por latitudes extremas. Al poco tiempo de disfrutar de este “pequeño Tara”, uno de los dos propietarios falleció. El otro, no pudiendo pagar a la familia el valor de la otra mitad del barco, se veía obligado a ponerlo a la venta… Sin embargo, otros amigos se propusieron de ayudarle a relevar Zero y gestionarlo conjuntamente: así fue creada la asociación Zero al Infini, y ahora el velero pertenece a 5 armadores, que se van turnando para que siempre haya un patrón a bordo y el barco nunca pare de navegar. Y la tripulación? Pues cualquiera puede apuntarse para navegar con ellos, a cambio de una modesta contribución de 23€/día para gastos de mantenimiento (+40€/año de cuota asociativa).
Naturalmente, siendo un apasionado de veleros de exploración, no me pude aguantar! El 5 de marzo volamos hacia Atenas para ir a navegar a bordo de Zero (yo y mi fiel grumete Nandone Nandoni). Allí encontramos uno de sus capitanes, Gilles, un hombre entreñable. La idea era, desde Porto Cheli, acercar el barco a Corfu; por razones de meteo y de dinero, descartamos el atajo del canal de Corinto, y nos lanzamos más bien en una vuelta del Peloponneso, por pequeñas escalas, para disfrutar también de esos pueblos Griegos que por el invierno se hallan casi abandonados, en gran contraste con la vida turística de la temporada alta. Los principales fondeos fueron en Poulithra, Yerakas, Neapolis (lamentablemente no paramos en Monemvasias, qué error!), Mezapos, Limeni (desde donde nos llevaron en coche a visitar Aerópolis), Koroni y Kalamata.
Desde el pueblo de las aceitunas, volvimos en bus hacia Atenas para visitar la capital helénica: un día de turismo arqueológico, y una noche de “turismo” anarquista por el barrio de Exarchia…
En fin, para volver a la experiencia de navegación a bordo de Zero, se puede resumir como una gozada total: el méteo fue clemente aunque variable, y llegamos a puntas de 10 nudos como quién no quiere la cosa. Para Nandone -que se estrenaba como marino- fue una navegación muy formadora. Yo me enamoré del diseño de cubierta, con todas las maniobras corrientes reenviadas a la bañera, desde donde se puede cómodamente controlar absolutamente todo, hasta las derivas, con solo 4 winches. También la luminosidad del cuadrado y la habitabilidad de los espacios me encantaron, así como el increíble “garage” para el anexo. La estufa diesel es un puntazo para los climas fríos, al igual que las puertas estancas… Puntos débiles de Zero? bueno, ningún barco es perfecto… el hecho que la motorización sea de astillero y no haya manera de extraer el motor entero sin desmontar medio barco, algún día será seguramente un problema mayor. La accesibilidad de algunos sistemas, como el desague del baño, es muy complicada, y el hecho que la cocina y el baño sean debajo de la flotación obligan a un depósito y una bomba de aguas grises que precisa mucho mantenimiento. Pero bueno, de momento Zero queda siendo la mejor aproximación a mi concepto de barco ideal, porque llevar con un timón de caña un barco que desplaza 20 toneladas y tener las mismas sensaciónes que con un Pogo, es algo que no tiene precio.
Singladura de este viaje: 205 millas
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