desde el Atlántico hasta al Golfo del Leone (último capítulo)

El 3 de septiembre zarpamos del Club Nautic Garraf, a las 4 y media de la madrugada: quería llegar a S. Feliu de Guixols con luz, y no sabía con que viento podría contar, ya que el parte daba un gradiente barométrico mínimo, por las costas catalanas. Sin embargo por el día se formó una baja térmica sobre la península, que nos ofreció una briza suficiente para navegar a vela toda la tarde… íbamos tan bien que decidimos seguir hasta Palamós, dónde llegamos sobre las 19. Habíamos cubierto 68 millas en un día esplendido y con mar apenas rizada, lo ideal para mi nueva grumete Oana, a su primera experiencia en un barco. La marina de Palamós pedía, por nuestra eslora, 54 eurakos por noche de estancia, mientras el Club Nautic Costa Brava, justo al lado, se conformaba con menos de 25. Os dejo adivinar adónde fuimos…
Al día siguiente cruzamos el golfo de Rosas y doblamos Cap de Creu y Cap Bear por mar muy tranquila y con brizas sutiles, para llegar al anochecer en la cala de Collioure. No quedando boyas libres, tuvimos que fondear.


El tercer día de navegación fue tan ameno como los anteriores, lo que comprobó la eficacia del dibujo propiciatorio de los 15 nudos por la aleta! Lástima no haberlo hecho antes… Al anochecer entramos en el puerto de Sète. La mañana del 5 septiembre pasamos los puentes y entramos en el Étang de Thau… el tiempo se había gastado y parecía noviembre, pero la misión ya era cumplida: la Sylphide había dejado el mar, tras una estela de 1714 millas en 3 meses, y surcaba el estanco a vela para llegar a les Onglous, o sea la desembocadura del Canal du Midi (que cruza la Francia entera conectando el Mediterraneo con el Atlántico), para descansar todo el invierno en un lugar seguro y barato, cuidada por el Capitán Mauro. Siendo ese Capitán un gran maestro de la vela, no estaba en la base de Glénans, sino dando clase de crucero por Baleares, y no volvería hasta al dia 10. De todas formas la espera no fué aburrida, ya que pudímos gozar de la compañía del capitán Fred, del viejo lobo de mar Yanik, y de toda la familia pirata de los Marseillaneses! Hasta me concedí una escapada a los astilleros de La Ciotat para encontrarme con el Capitán Rocky, en su últimos días de embarco en La Cattiva, al fin de plantear nuevos proyectos marineros y nuevas aventuras de largo corso…

(Singladura del viaje: 174 mn)

desde el Atlántico hasta al Golfo del Leone (parte IV: de paso por BCN)

El 22 de agosto zarpamos desde Sóller para ir a fondear en la famosa Sa Calobra, una cala verdaderamente inpresionante! Y gracias a nuestro potente auxiliar pudimos bajar a tierra y disfrutar de este milagro de la naturaleza, un paisage de señor de los anillos, con acantilados, cuevas, lagoon y un panorama de la ostia! La mañana siguiente levamos el ancla y pusimos rumbo a Barcelona… una travesía de 92 millas. Se suponía que iba a haber un poquito de viento almenos por el día… sin embarco no hubo rastro de briza por las primeras 2 horas, además de que la navigación era muy incomoda debido a una mar de leva por el través. Así que, a 11 millas mar adentro, tomé la dura decisión de volver a Sóller. Después de navegar 20 millas inutiles, fondeamos en la concurrida bahia, y me fuí nadando a tierra para comprar unas cervezas frias (de consuelo), ya que nuestro auxiliar ya estaba desinflado y estibado.


La decision de retrasar de un día la travesía resultó ser muy acertada: el 24 de agosto, a las 10 de la mañana salimos ciñendo en un buen fuerza 3/4, rumbo directo hacia Garraf, y nos tiramos 12h así, cubriendo a vela 58millas. A las 20:30 festejamos con una copa la mitad de la travesía, un esplendido anocheser por babor y la luna llena ya alta en el cielo por estribor… La noche transcurrió tranquilamente a motor y piloto automatico, y al amanecer teníamos la costa del Garraf a pocas millas en nuestra proa. A 4 millas del puerto, a las 8 de la mañana, vi un hombre en el agua agitando los brazos para atraer mi atención: puse rumbo hacia a el, que estaba a unos 100 metros de un zodiac… en principio no tenía muy claro que le estaba pasando, pero cuando fuí cerca y me pidió que le tirara un aro entendí: estaba pescando solo, y se cayó, y no pudo volver a subirse a la barca, que además se iba alejando con la briza terral que había empezado a soplar… Rescatamos el pescador y lo dejamos en su zodiac: estaba traumatizado por el susto y no acabava de repetir que le habíamos salvado la vida!
Una vez en puerto, nos dedicamos a una gran limpieza del barco, interior y exterior, endulzado y secado de las velas, baño en suavizante para toda la cabullería, etc. Al otro día saqué la Sylphide a varadero, para remediar al error de la linea de flotación (que había pintado demasiado baja) y de paso retocar los golpecitos que se había tomado en estos 2 meses de viaje. Además le pinté en las aletas el símbolo de los 15 nudos de viento… a ver si le trae suerte y le propicia largas travesías con 15kn por la aleta!!


Como siempre BCN te lía, así que pasaron 8 días antes de poder volver a zarpar, no sin ántes haber vistitado al viejo Susto, que estaba de veranéo en el monte esperando mi regreso…
Además, para ir a Francia, tuve que reclutar una nueva tripulante (ya que Flavia se puso enseguida a currar para levantar un poco nuestras machacadas economías!).

(Singladura del viaje: 104 mn)

desde el Atlántico hasta al Golfo del Leone (parte III: Baleares)

Por las islas Pitiusas nos esperaba una semana de fondeos, ya que los puertos en agosto son inalcanzables (por congestión y sobretodo por precio). No disponiendo de anexo, acabé comprando una barca inchable de juguete y un par de remos, que nos sirvió perfectamente! Coincidió que Capitán Nico estaba charteando la Evasion, así que pudimos hacer un poco de ruta juntos… Tras repostar en el puerto de Formentera, estuvimos una noche en las boyas gratis de Espalmadors (hay que reservarlas en www.balearslifeposidonia.es o, una vez de alta, llamar al 902 422 425. También se puede esperar las 18:oo por si queda alguna libre… de todas formas las áreas dónde el fondeo es prohibido son limitadas, y siempre cabe la posibilidad de echar el ancla).


El 12 de agosto, después de una vuelta por Es Vedrá, fuimos a fondear en la estupenda cala Porroig, en el Sur de Ibiza.
El 14 nos fuimos a S.Antoni… cómo no tenía cartografía detallada de Ibiza, navegábamos a cierta distancia de la costa, cuando vimos que había un bonito islote (Illa des Boscs), y que pasando entre el y la costa hubiéramos acortado la ruta de unas millas. Al aproximarnos le pregunté al capitán de un mega velero que estaba fondeado si había suficiente sonda para pasar, y muy amablemente consultó su carta y me indicó, en inglés, por dónde pasar. Lastima que hubo un malentendido, y fuimos recto a embarrancar! Suerte que la Sylphide no sufrió mucho, y saltando al agua la pude empujar hacia atrás… mientras el capitán que me había facilitado la información, viendo que nos habíamos ido por el lado equivocado, había montado en su zodiac y venía en nuestra ayuda… Aclarada la ruta segura, pudimos proceder hasta S.Antoni sin más complicaciones.
Allí fondeamos cerca del mítico Hallve Maan, aunque no nos cruzamos con el nuevo armador.
Gracias a nuestra barca inchable, fuimos a cenar por ahi y también encontramos un locutorio. Mirando el parte meteo de los días siguientes, y los personajes que poblaban este rincón del mundo, decidimos zarpar la noche misma, para llegar a Mallorca con luz de día. La decisión dió resultado y la travesía transcurrió amena, aún que las primeras 2 horas, mientras salíamos de la bahía, estuve bastante en paranoia porque no se veía absolutamente nada: sin luna, sin sonda y sin radar, sin la cartografía de recalada, habiendo embarrancado pocas horas antes, me iba dejando en la estela las luces del parque de atracción que es este pueblo ibizenco, para meterme en la tiniebla. Igualmente una imprudencia era necesaria, porque teniendo que cubrir 64 millas, salir con luz de día hubiese supuesto un aterrizaje a oscuras. Y enseguida la noche se pintó de estrellas, incluso conté 6 estrellas fugaces durante mi guardia!


Después de pasar una noche a sotavento de la isla Malgrats, fuimos a fondear en Andratx. Allí hay un puerto público, a gestión directa, que por lo tanto no es caro. Cómo dispone de a penas 2 pantalanes, en verano es mejor reservar en www.portsib.es con 3 días de antelación. Allí pudimos disfrutar de una buena ducha después de una semana de agua salada!!
El 20 de agosto cubrimos las 20 millas que separan Andratx de la cala de la Foradada, tirando bordadas con viento totalmente en contra: cómo bien sabe quien navega, a parte de la ley de Coriolis y del efecto Venturi, los vientos son afectados en ambos emisferios por la ley de Murphy, que dice que si reservaste un puerto 2 días, pagando por adelantado, en esas 48 horas soplará el viento ideal para seguir tu ruta, mientras el día que te quieras ir soplará en contra. Igualmente la noche fué encantadora y muy tranquila, la Sylphide siendo el único barco fondeado en la cala de la Foradada, con la sola compañía de las cabras que saltaban por las rocas circunstantes.
El 21 estuvimos en Sóller, nuestra ultima escala antes de volver a Barcelona.

(Singladura del viaje: 144 mn)

11 de agosto: travesía con temporal

El 10 de agosto, después de comer, zarpamos desde Marina Greenwich rumbo a Punta Pedrera, con el plan de aprovechar el viento del sur y luego la paréntesis de poniente que estaba prevista por la noche, y llegar a fondear la mañana siguiente. Después de tantos días de N/E, parecía el momento ideal para recorrer las 65 millas que separan Formenera del continente. De hecho estuvimos avanzando muy bien a un través toda la tarde. A las 10 de la noche, justo terminado de cenar, el viento amainó y roló al oeste. Entonces arrié el foque, puse una retenida a la mayor dejandola totalmente abierta y encendí el motor. Ya habíamos recorrido más de la mitad de la ruta, y empezamos a ver los rayos de una gran tormenta eléctrica lejos en nuestra estela. El poniente estaba refrescando, así que apagué el motor, y seguí un rato con solo la mayor, yendo a 6 nudos de empopada. A las 11 empecé a preocuparme, ya que el temporal parecía acercarse, el viento seguía refrescando y corríamos a 8 nudos… Tomar rizos a la mayor de la Sylphide es un gran follón, y más con viento fresco en una noche sin luna, así que prendí el motor y con la ayuda de Flavia la arrié.
A las 11:30 ya podía escuchar a los truenos, con unos 10 segundos de retraso con respeto a los rayos, lo que colocaba la tormenta eléctrica a unas 2 millas detrás nuestro. Se habían formado olas de dos metros, y avanzábamos a 7 nudos, en las manos del motor y del piloto de caña.
A medianoche los rayos alumbraban cada vez más el cielo sin luna, seguidos a los pocos segundos por truenos poderosos, el oleaje alcanzaba 2,5 metros y el viento era fuerza 6. Empezó a llover.
Media hora después nuestro barquito de 7 metros de eslora corría entre olas de 3 metros, cuyas crestas iban rompiendo. El piloto ya no podía gobernar, así que me quedé al timón, escuchando el silbado de las ráfagas en los obenques. A la una y media el temporal estivo ya había pasado, dejando una mar de fondo importante. El viento ahora soplaba de levante, justo por la proa. Temiendo que refrescara, aproveché esta fase de contraste para volver a meter el piloto automático y preparar el tercer rizo a la mayor, dejándola así lista para izar en el caso de que fuera necesario ayudar el motor (o substituirlo, si a caso se pusiera de huelga por tercera vez en una semana…).
Al cabo de una hora nuestra velocidad se había reducido a 2 nudos, ya que el viento en contra había refrescado a fuerza 4. Entonces izé la mayor y abatí 30 grados para recobrar algo de arrancada. Estábamos a 15 millas de Punta Pedrera, que a velocidad de puerto hacía 5 horas más de navegación, sin contar que teníamos que tirar bordadas. Kevin aguantaría más de 8 horas sin apagarse? Calculé que dentro de las las 6 de la mañana hubiera tenido que añadir gasolina desde la garrafa al deposito, sin apagar el motor y sin que ni una gota de agua le cayera adentro…
Por suerte el levante fué amainando y rolando ligeramente al S/E, y pudimos seguir nuestro rumbo sin más complicaciones. A las 5:30 desperté Flavia, que había dormido tranquilamente toda la noche sin casi enterarse de nada, para que me ayudara con lo de la gasolina. Y al amanecer llegamos en Punta Pedrera dónde fondeamos cerca del Evasion de nuestro amigo Capitan Ferrini.
Nuestro pequeño Kevin se había pegado una buena maratona sin dar problemas! Si sigue así a la hora de jubilarlo me lo cuelgo a la pared de mi habitación!!
(Singladura del viaje: 65 mn)

desde el Atlántico hasta al Golfo del Leone (parte II)

Salimos de S.José a las 18:30, navegando 3 horas a orejas de burro con el foque atangonado, hasta que el viento roló de S/W a N/E y tuvimos que seguir a motor el resto de la noche. Llegamos en Aguilas al amanecer, y en el C.N. tampoco habían amarres disponibles: nos enviaron a una nueva marina, que no figuraba en mi cartografía, y cuya bocana habíamos pasado un par de millas antes.
La tarde siguiente dejamos Aguilas con rumbo a Cabo de Palos. Al caer la noche, amainó el viento y nos tocó otra noche de motor… Doblamos Cabo de palos sobre las 3 de la mañana, y decidimos ir tirando hacia Tabarca. Sin embargo, a 15 millas de la isla, Kevin se apagó y no hubo forma de volver a arrancarlo. Lo mismo que había pasado yendo a Cabo de Gata, pero esta vez no se volvió a prender: nos quedamos al garete toda la mañana, hasta que al mediodia una briza del N/E nos llevó a Torrevieja, donde tuve que hacer mi primera entrada en puerto a vela (aún que el contramaestre me ayudó a amarrarme con su zodiac). En Torrevieja quedamos con un mecánico para la mañana siguiente, pero a la noche el motor burlón si que volvió a funcionar. Por eso, después de que el mecánico le echara un vistazo rápido y nos diera un par de consejos, volvimos a zarpar sin tampoco haberle hecho nada concreto.


Las 16 millas que nos separaban de Tabarca supusieron mucho más esfuerzo que las 65 de Aguilas a Torrevieja: ciñendo en un fuerza 4 con marejada, usando a la vez las velas y el motor para poder avanzar sin derivar demasiado. Llegamos a Tabarca a la una y media de la noche, bien mojaditos trás 6 horas de cabalgada en las olas.
En el puerto de la islita, que en agosto está muy concurrida y llega a pasar que hayan hasta 4 0 5 barcos abarloados juntos, estuvimos un par de noches, y conocimos una pareja muy simpática, de nuestra edad, que también se estaba planteando comprar un velerito… Era desde Ceuta que no encontrábamos nadie con quien charlar, y empezábamos a echar de menos un poco de vida social!!
La siguiente escala fué surreal: buscando un amarre para recargar las baterías y repostar antes de cruzar a Formentera, paramos en Marina Greenwich, que obviamente debe su nombre al hecho de encontrarse sobre el meridiano cero. Se trata de una urbanización super pija y bien triste, cerca de Altea, llena de rusos enriquecidos. La marina, que es bastante cara, presume como si fuese Saint Tropé… sin embargo son muy amables, y flipamos cuando nos llevaron desde el pantalán hasta capitanía con un cochecito de estos de golf! Y cómo el supermercado quedaba lejos, mandaron un marinero para acompañarnos de compras con el pick up del puerto!

(Singladura del viaje: 167 mn)

desde el Atlántico hasta al Golfo del Leone (parte I)

El 21 de julio Flavia me alcanzó en Cadiz, y pasamos el día paseando por la hermosa ciudad, que goza de románticos anocheceres en el océano… A la noche fuimos invitados al barco de madera de Mattia, un joven genovés que, tras reformar este 10 metros de época, se estaba buscando la vida con su hermano haciendo charter “populares” entre el estrecho y la costa sureña de Portugal. Al día siguiente zarpamos para volver a Barbate, aprovechando un buen viento portante. Allí fuimos a cenar a la pizzería “da Francesco, a tutta birra” que está en el podio de mi “ruta de las pizzerias italianas de calidad” (junto con “il solito posto” en Castellón y a la “Pizzeria gelateria Vittoria” de S.José -cabo de Gata). El 23, ayudados por la corriente y empujados por una briza portante, pasamos el estrecho, cruzando el dispositivo de separación de trafico entre Tarifa y punta Cires, para llegar a Ceuta por la tarde. Al entrar en la marina Hercules, sentí la pala del timón hacer algo raro: una soldadura en la bisagra de abajo había saltado, y el perno se había caído… la pala quedaba sujeta a la sola bisagra de arriba. Menos mal que no había pasado en el medio del estrecho, entre los buques mercantes y los ferrys que van a toda ostia! Igualmente se me complicó la maniobra de atraque, y tras un salto circense Flavia se cayó al agua desde el pantalán!


Tuvimos que quedarnos en Ceuta unos días, esperando que pasara el levante. Así nos tomamos el tiempo de descansar, y arreglar el timón. En esto me fué de gran ayuda la presencia de Telémaco, un simpático navegador solitario de origen griega que se dirige hacia el caribe con su 10 metros en acero, y de Pierre, un marseillés que lleva 30 años viajando por el mundo con su barco, de los que los últimos 22 con su compañera Cándida. Gracias a la radial y a la sierra de mano que me prestó Telémaco, y a los consejos de Pierre (que además me regaló un tubito de inox que, encajando perfectamente, quitaba el juego que seguía haciendo la bisagra) el timón de la Sylphide quedó mejor que ántes. Una noche les invitamos todos a cenar a bordo: un griego, un francés, una portuguesa, una argentina y un italiano, charlando en castellano, y cenando en la bañera de la Sylphide: tomando copas, hablando de viajes, de islas maravillosas, de nuestra afinidad en el rechazo a la coercitiva sociedad primermundista… Ah, que gustazo! Y esa fué sólo la primera de unas cuantas cenas que hicimos todos juntos, y cada vez nos quedábamos impresionados por las experiencias de Pierre, que navegó mucho más de 100.000 millas por todos los mares, diseñó y construyó un timón a viento super eficaz, y pensado además para ser controlado por mando a distancia! Y esas charlas no iban sólo de barcos, sino también de culturas y pueblos lejanos, de comidas, y de lo pequeño que acaba siendo el mundo en realidad…

El 29 julio cruzamos de Ceuta a Fuengirola… mucho motor y poca visibilidad, que fué mejorando hasta a desvelar la cantidad de barcos mercantes en ruta alrededor nuestro: llegué a contar 25 a la vez en nuestro horizonte! Más tarde una briza en popa redonda nos regaló unas horas de gloria navegando a orejas de burro con el foque grande atangonado.
El 30 zarpamos de Fuengirola tirando bordes, hasta que fué evidente que así no ibamos a llegar en ningún lado, y tiramos a motor contra viento hasta a Motril, dónde llegamos a las 5 de la mañana del 31. Hay que decir que Kevin se portó estupendamente, y el simrad TP10 también: no pararon en todo el viaje, menos unas horas que quisimos quedarnos al garete para bañarnos con los delfines. No se aceraban a menos de 4 o 5 metros… igualmente estuvo muy entretenido. Por la noche nos acompañaron a decenas jugando con la proa: tras estar media hora tumbado en la cubierta, el hombro apoyado al estay y los brazos por la borda, entrando en el agua hasta los codos a cada ola, logré finalmente acariciar un par de ellos! Delfines había visto a punta pala, sin embargo nunca había llegado a tocarlos! Y eso gracias al ridículo francobordo y al asiento muy aproado de la Sylphide!
Pero no todo fué maravilloso: Motril, por ejemplo, nos dió asco. Huele fatal, al estar adentro de una dársena industrial, y encima el Real Club Náutico es caro, la gente va de pija y te mira mal por no ir con polo blanca. Además para ver internet hay que ir andando casi una hora hasta el pueblo!
El primero de agosto dejamos ese puerto maloliente para seguir contra viento: parece que la veleta se haya convencido de tener que indicarnos la ruta, y ya hay telarañas en el estay!
A la noche, 10 millas antes de llegar al fondeadero de Cabo de Gata donde queríamos pasar la noche, Kevin se apagó. Y a pesar de cambiarle las bujias, secarlo y limpiarlo con cariño, no hubo forma de volver a arrancarlo, y tuvimos que seguir a menos de 2 nudos con la poca brisa termica que había… hasta que a las 2 de la mañana, en un último intento, se volvió a encender, y a las 3 fondeamos en la caleta debajo del faro.
Por la mañana salimos a vela del fondeo, y llegamos a S.José… Lamentablemente en el puertecito no quedaban amarres libres, y tuvimos que tirar pa’lante después de repostar,abastecernos, y comernos una buena pizza.

(Singladura del viaje: 246 mn)

 

la Sylphide rumbo a Portugal (parte II)

Después de una estela de 582 millas desde Barcelona, y tras pillar las primeras bofetadas en el Atlántico, nuestro proyecto de viaje quedó abortado. Justo ahora que empezaba la parte más bonita y salvaje de la costa, 80 millas antes de la frontera con el Portugal, el motor nos abandonó. Los mecánicos de Barbate no pudieron repararlo, no disponiendo de la pieza necesaria. Tras 5 días de escala forzada, y a pesar de que el lugar fuese chulo, estábamos bastante desanimados. El Armadorr tenía que llegar a Portugal como fuera, dentro de una semana, así que ya estaba claro que no iba a ser la Sylphide a llevarle. Arreglado el candelero torcido, y los demás desperfectos que fueron consecuencia de nuestra personal derrota en Trafalgar, necesitábamos un deus ex maquina para solucionar lo del motor. Y ahí vino el Alemandaluz, amigo y compañero de parranda por las okupas de Barcelona, que estaba de vacaciones en Cadiz, su ciudad natal. Con su coche pasó a buscarnos y llevamos Kevin a Rota, al taller oficial de Evinrude.
Dos días y 150 euros después, la Sylphide estaba lista para volver a zarpar. Y fué un honor ir hasta a Cádiz pilotados por el Alemandaluz, en una travesía de 36 millas que se volvió un verdadero contest de pesca deportiva… Aunque lleve 15 años sin comer ni carne ni pescado, en este caso quise hacer una excepción: y a la noche nos hartamos de melvas y dorada en casa de nuestro anfitrión.
Al ser sábado por la noche, el Armadorr se dejó llevar de parranda por el Alemandaluz, a liarla parda hasta la noche siguiente. Superada la resaca, en fecha 20 de julio, el Armadorr me otorgó una patente de corso para llevar la Sylphide de vuelta hasta Francia, y se marchó a Portugal en autobus.
Y así fue como me quedé solito en el Real Club Náutico de Cadiz, que de aristocrático sólo tiene el nombre, ya que parece salido de Mad Max, empotrado como está en un rincón del puerto industrial, siendo además el más barato de todos los puertos tocados hasta a hora.
Reparados unos descocidos en la mayor, me dediqué a limpiar a fondo el velerito para la llegada de Flavia, que me acompañará en la ruta de vuelta.

(Singladura del viaje: 36 mn)

Sylphide como Napoleón a Trafalgar

11 de julio 2010
Tras el slalom entre ferrys y barcos mercantes fondeados en los alrededores de Gibraltar, pudimos disfrutar de una navegación estupenda por el estrecho, a orejas de burro con 10 nudos en popa redonda. Al pasar Tarifa el viento refrescó de repente a 20/25 nudos: amainamos el foque (no sin emociones) y alcanzamos velocidades inesperadas (10 nudos) con la sola mayor (un único rizo tomado, ya que intentar tomar otro en ese momento nos parecía demasiado agonista, después de straorzar un par de veces). Igualmente la corriente contribuía con almeno 3 nudos a nuestro record…
Pasada Tarifa seguimos alegremente con vientos portantes, y descartamos la idea de parar en Barbate, para aprovechar al máximo la oportunidad de avanzar a vela tan rápidamente.
Así nos aventuramos hacia cabo Trafalgar, 15 nudos por la aleta con foque y mayor. En las cercanías del cabo el oleaje se volvió agresivo, debido a la corriente de marea y a los bajos que hacen que las olas rompan. Sin embargo podíamos ver exactamente como delante nuestro se delineaba el fin de la fuerte marejada, y empezaba una mar relativamente tranquila. Llegar a esta frontera no fué complicado, aunque la última ola, de unos 3 metros, nos produjo un buen susto haciendo surfear la Sylphide a 11,2 nudos y dejandonos la impresión de haber acariciado el fondo con la orza una vez clavados en su seno.
Llegados afuera del percal, abrimos una cerveza inglesa comprada en Gibraltar para festejar el haber dejado en nuestra estela cabo Trafalgar… Al segundo trago el viento encalmó completamente, y tuvimos que arriar velas y prender el motor. Kevin arrancó al toque y pasó a régimen de crucero, pero el GPS decía que avanzábamos a 2 nudos y medio, lo que supone por lo menos 2 nudos de corriente en contra. Al tercer trago de cerveza Kevin se apagó de golpe.
Los intentos de volver a prender el pequeño fueraborda fueron inútiles: cambiamos las bujías, secamos todas las partes mojadas, bombeamos gasolina en el carburador, hasta lo sacamos en la bañera para ver que no hubiese algo en la élice… pero no hubo forma de volver a escuchar su hermoso ruido. Y mientras tanto derivábamos a 2 nudos hacia atrás… ¡el muro de olas que nos habíamos dejado en la estela volvía a acercarse!
Estar sin viento y sin motor, o sea sin gobierno, en una mar tan picada no nos hacía ninguna gracia: cabo Trafalgar nos estaba llamando de vuelta… Todavía faltaban 2 horas para que la marea cambiara la dirección de la corriente, y en 10 minutos hubieramos vuelto a estar entre esas rompientes…

Llamamos Salvamento Maritimo de Cadiz pidiendo remolque. Hicimos hasta un patético tentativo de remar contra corriente (ah, que metáfora esistencial!).
Cuando la primera ola nos rompió en la espalda, el buque de Salvamento Maritimo salía de Barbate para venir a buscarnos. Hechamos por la popa 2 estachas con 2 baldes en guisa de ancla de capa, y esto nos ayudó bastante a correr las olas. Cuando el buque de Salvamento nos avistó, 15 minutos después, las olas se habían ido haciendo menos agresivas, y pudimos afirmar el cabo de remolque sin complicaciones.
Al entrar en el puerto de Barbate, el equipo de rescate nos hizo abarloar a su buque, pero la maniobra no fué indolor: a pesar de las defensas que habíamos puesto, chocamos con su aleta y nos torcimos un candelero, además de pillar un buen golpe en el casco… Obviamente es un mal menor, y le agradecemos al piloto Damian y sus hombres de habernos sacado del apuro!
Cumplimos con las formalidades en un plis, para que todo el mundo llegara a tiempo delante de la pantalla para ver como España ganaba su primer mundial!

(Singladura del viaje: 42 mn)

la Sylphide rumbo a Portugal (parte I)

El 25 de junio, a las 2 de la madrugada, la Sylphide deja el club nautic del Garraf (su puerto de adopción) para empezar un viaje largo y ambicioso: quieremos llegar a Setubal, cerca de Lisboa.
A bordo somos 3, aunque el grumete Rekena nos acompañará sólo hasta Castellón, nuestra primera escala. El otro tripulante es el Armadorrr, promotor de esta aventura y pescador incansable.
Igualmente hay que decir que el tripulante más importante es el Motorrr: un evinrude 2 tiempos 8 caballos, que tras empujarnos por más de 300 millas se ganó nuestra admiración y fué antropomorfizado col nombre de Kevin.
También hay otros elementos importantes que hicieron posibles nuestro recorrido, como por ejemplo el valiente piloto de caña (simrad TP10), siempre dispuesto a echarnos una mano en los momentos de cansancio.
La primera escala fué en la marina de Castellón, después de haber recurrido unas 120 millas casi sólo a motor. Allí nos encontramos en plena fiesta mayor, con toros, petardeo y toda la ostia, así que tampoco pudimos descansar mucho. El Armadorrr se compró una caña de pescar super pro, con la que hizo estrago de caballas y Bonitos a lo largo de las siguientes navegaciones.


La segunda escala fué en Javea, cuya marina bonita y barata (y con piscina de agua salada) aconsejamos a todo navigante que pase por Cap de la Nau. Siempre siguiendo las huellas del Daina (el año pasado el capitán y motorista Jaumet me había acompañado a descubrir estas costas) decidimos parar en la hermosa isla de Tabarca. Desde allí hicimos rumbo a Cabo de Palos, donde llegamos a las 17 del día 1 de julio, con la idea de ducharnos y recargar las baterías de la Sylphide. Sin embargo en el puerto no habían duchas, ni tampoco amarres libres, así que nos colamos en un rinconcito y tiramos un alargo para enchufar el cargador. Luego nos fuimos a tomar una copa y descargar los archivos grib, y el meteo nos puso frente a una dura decisión: dentro de 24 horas hubiera empezado un viento de hasta 30 nudos que duraría una semana entera, y cómo la Sylphide ya no tiene la edad para estas cosas, y a nadie le apetecería quedase atascado tanto tiempo en un puerto sin duchas, tuvimos que volver a zarpar enseguida. Hicimos las 86 millas que nos separaban de Cabo de Gata casi sin usar el piloto, ya que no habíamos podido recargar las baterías por más de una hora. Pocas millas antes de llegar al club nautico de S.José, avanzábamos muy bien con la sola mayor ya que teníamos un buen fuerza 4 casi en popa redonda. Puesto que seguía refrescando, quisimos tomar un rizo y arrancamos Kevin para aproarnos el tiempo de realizar la maniobra, pero en el violento flameo y los latigazos de cabos de los rizos (que no pasan por dentro de la botavara, sino por fuera) uno que se había soltado de su cornamusa se fué al agua y se metió en la elice. El motor se apagó de golpe. Tuve que cortar el cabo que estaba super tenso, desde la botavara hasta al agua, como una retenida muy original, y en cuanto pudimos volver al rumbo el Armadorr sacó Kevin en la bañera y le quitó el chicote que se le había enrollado en la hélice. En estos momentos se agradece tener un fuera borda!! Ya hubiese sido complicadillo tirarse al agua para liberar la hélice navegando con 20 nudos de viento portante!
Pués aquí estamos, después de recorrer más de 360 millas en una semana, pasandonos un buen finde en este estupendo parque natural, esperando que el viento se relaje lo suficiente para poder seguir con nuestro périplo.

(Singladura del viaje: 540 mn)